14 sept 2008

El fenómeno de proyección psicológica y los tipos de pensamiento

(apuntes de retiro humanista, diciembre de 1999, Villa de leyva)

El fenómeno de proyección sicológica consiste en la confusión básica entre el objeto y el sujeto, entre lo exterior y lo interior. Algo del interior, una parte de mí, es percibido en lo exterior, es proyectado sobre un objeto. El objeto inanimado es simplemente un espejo que me devuelve una imagen que hay dentro de mí.

La película que vemos en el cine NO es, a pesar de nuestra percepción, la imagen que se ve en pantalla. La película está en la cabina de proyección, dentro del proyector, donde nadie la ve. Lo que vemos es tan sólo la imagen de la película proyectada en la pantalla. Gran parte de nuestra vida exterior es tan sólo una imagen proyectada de nuestra película interior; quizá en mayor medida de lo que nos interesamos por saber.

El misterio de la proyección convierte la materia inanimada y sin vida en un alma con vida: la piedra se convierte en talismán, amuleto, fetiche y reliquia. La imaginación convierte una piedra común en una reliquia sagrada. La proyección hace que nuestros contenidos síquicos y los objetos externos se fundan; cuanto más fuerte la proyección, más fuerte es la fusión.

Cuando un hombre primitivo danza con una mascara de León, aunque a nosotros nos pueda parecer que está fingiendo ser un león, en su experiencia subjetiva él es un león. Es fácil ver está fusión en los niños y los juguetes; en los adolescentes y sus artículos deportivos, entre los jóvenes y los regalos amorosos, entre los adultos y los objetos significativos. Es fácil verlo en las emociones que suscitan los símbolos patrios en las ceremonias de celebración.

En el fenómeno de la proyección desde un punto de vista psicológico va unida a la intensidad de la percepción subjetiva a intensas emociones y sensaciones físicas; cuanto más grande es la intensidad, mayor es la posibilidad que a los objetos se les perciban con vida propia. Obsérvese como se cargan negativamente los objetos donde uno se accidenta (toboganes donde los niños se caen) y se comprenderá como en épocas antiguas se les adjudicaban a los objetos y a los lugares poderes malignos (seguramente con estos objetos y en esos lugares habían ocurriendo accidentes traumáticos).


2. MODOS DE PENSAMIENTO:

PENSAMIENTO RACIONAL Y PENSAMIENTO FANTASEADOR

En el funcionamiento de la conciencia podemos distinguir los procesos abstractivos y los procesos asociativos y en los procesos asociativos podemos distinguir la asociación libre y la asociación dirigida y en la asociación libre podemos distinguir entre la asociación libre en vigilia (ensueño) y la asociación libre en semisueño (fantasía). El proceso de asociación libre en vigilia da origen al ensueño y en el semisueño a lo que llamamos la fantasía.
Todas estas formas del pensamiento cumplen con un propósito; ninguna es en sí misma una forma sana o alterada del funcionar de la conciencia; de una manera muy general diremos que todas estas formas de pensamiento sirven a las exigencias de adaptación del ser humano. La necesidad de adaptación al entorno es HOY tan apremiante como lo fue en la época en donde el hombre se enfrentaba sin recursos a animales depredadores, plantas venenosas, inundaciones, frío intenso, desastres naturales, ... La adaptación exterior no es la única necesidad el hombre; no es sólo de adaptar su cuerpo a manejar con suficiencia los objetos y situaciones externas del mundo natural y social sino también de encontrar un modo psicológico de manejar las emociones variadas y a veces contradictoria que van surgiendo en las experiencias internas que se van teniendo al interactuar con el mundo externo. El fracaso de la adaptación interna al mundo que tiene como resultado pánico, vacío, sinsentido, ... hoy en DIA es más peligrosa que el fracaso de la adaptación exterior.

La abstracción y la asociación dirigida la incluimos dentro de lo que llamaremos pensamiento dirigido y racional; la asociación libre en vigilia, semisueño y sueño la incluiremos dentro de lo que llamaremos pensamiento fantaseador y alegórico.

EL PENSAMIENTO DIRIGIDO es un pensamiento lógico que se adapta a la realidad y en el cual imitamos la sucesión de las cosas objetivas y reales, de suerte que las imágenes desfilan en nuestra mente en la misma secuencia estrictamente causal que los acontecimientos exteriores. EL PENSAMIENTO DIRIGIDO es un pensamiento en palabras y no simples patrones asociativos de imágenes; la adaptación social hace que utilicemos las mismas palabras para las cosas, de manera que la dimensión subjetiva no confunda las referencias lingüísticas, es decir, El PENSAMIENTO DIRIGIDO requiere un mundo de referencias compartidas, es decir, ES SOCIAL porque el lenguaje es social. El PENSAMIENTO DIRIGIDO es el resultado del largo proceso de desarrollo del pensamiento desde lo subjetivo individual hasta lo objetivo social; proceso de adaptación al cual debemos la ciencia y técnica moderna.

EL PENSAMIENTO FANTASEADOR es un pensamiento ilógico que se adapta a nuestra realidad interior, es decir, que tiene que ver con hechos mentales, no con hechos naturales o sociales, sino con los hechos mentales que en la mayoría de los casos son los correlatos de los hechos exteriores (en la mayoría de los casos, no en todos los casos); en este pensamiento las imágenes no se corresponden completamente con los objetos externos, sino que son trasformaciones de ellos; su secuencia no responde a la relación causal de acontecimientos externos sino a la manera como se ligan en su interior. EL PENSAMIENTO FANTASEADOR es un pensamiento en imágenes y de patrón asociativo cuyo hilo conductor son las emociones. El PENSAMIENTO FANTASEADOR no requiere de un modo de referencias compartidas aunque en muchos casos comparte contenidos con muchas otras personas del mismo entorno físico y/o cultural.

En síntesis, tenemos dos clases de pensamiento: el pensamiento dirigido, y pensamiento fantaseador. El primero sirve para que nos comuniquemos mediante elementos lingüísticos; es laborioso y agotador. El segundo funciona sin esfuerzo, espontáneamente, con contenidos inventados, y es dirigido de manera no conciente. El primer tipo de pensamiento produce innovaciones y adapta, copia la realidad, y trata de actuar sobre ella; el segundo, por el contrario, se aparta de la realidad externa, libera tendencias subjetivas, y en cuanto a la adaptación exterior es improductivo.

EL PENSAMIENTO DIRIGIDO está constantemente ocupado en despojar la experiencia de toda subjetividad y en inventar formulas para aprovechar las fuerzas de la naturaleza (y la sociedad) y expresarlas del mejor modo posible. EL PENSAMIENTO FANTASEADOR produce una imagen del mundo exterior desfigurada y preponderantemente subjetiva.

Para el hombre primitivo, todos los aspectos de la vida estaban regulados por el pensamiento de la fantasía: los árboles y los lugares obscuros que debían evitar, los árboles y las piedras que debían venerar, ... es decir, vivían las proyecciones del pensamiento fantaseador. El desarrollo del pensamiento dirigido permitió crear una relación más objetiva con el mundo natural. La objetividad moderna nace con el surgimiento de la racionalidad en medio del mundo sacramental del medioevo con la ilustración en el siglo XVIII; esta objetividad se ha ido desarrollando hasta llegar a la actualidad donde supuestamente ya no necesitamos evitar los lugares malditos ni venerar las piedras sagradas.

El desarrollo del pensamiento dirigido supuestamente suprime las proyecciones internas sobre el mundo pero castra con esto también el significado que podemos asociar a los objetos y eso hace que el mundo se nos convierta en un lugar frió y "objetivo". Quedamos entonces en un dilema: Sin conciencia objetiva, viviríamos en la tiranía de nuestras proyecciones; estaríamos perdidos en una identificación completa con el objeto: la perdida del alma por enloquecimiento. Sin embargo con demasiada conciencia objetiva, viviríamos la tiranía de la objetividad; estaríamos perdidos en la desconexión emotiva de los objetos: la perdida del alma por la separación. Cuando el siquismo no puede sentir la atracción de los objetos entonces los significados se pierden.


3 ¿CÓMO INTEGRAR LOS DOS MODOS DE PENSAMIENTO?

¿Cómo lograr la correcta actitud o relación con los objetos y situaciones del mundo? Sin la suficiente objetividad se corre el peligro de la fascinación, identificación, veneración, ... Sin la suficiente subjetividad (proyección) se corre el peligro que el mundo pierda interés y significado para uno. Vista así las cosas caemos en la dicotomía ¿Sujeto u Objeto?

Si la participación subjetiva significa vivir en una proyección (que se funde con la intensidad sicológica) y la ubicación objetiva consiste en reconocer la proyección como proyección (perdiendo así la intensidad sicológica); ¿No será posible de mantener la proyección y la conciencia al mismo tiempo? (conservando la intensidad sicológica). Llamaremos a este modo de pensamiento: CONCIENCIA SIMBOLICA. La participación subjetiva prende un fuego. La ubicación objetiva interviene enseguida para apagarlo. La experiencia simbólica retrocede para observar el fuego y ver lo que pasa y lo que significa.

La conciencia simbólica es un modo de trabajo de la conciencia centrado en el juego de la imaginación más que en los aspectos subjetivos y objetivos de la propia experiencia. Para precisar esto distingamos los tres modos de trabajo de la conciencia: DIRIGIDO, FANTASEADOR y SIMBOLICO. El fenómeno de la FANTASIA experimenta las propias proyecciones como realidad; el fenómeno del PENSAMIENTO DIRIGIDO reconoce al objeto como realidad y las proyecciones como ilusión y evasiones de la realidad; el fenómeno de la CONCIENCIA SIMBOLICA no experimenta el proceso de fantasía como una realidad, tampoco lo experimenta como una ilusión, sino que lo experimenta como significado; en otras palabras la CONCIENCIA SIMBOLICA vive un mito sabiendo que es un mito; de esta manera participa del proceso subjetivo de la fantasía manteniendo al mismo tiempo la conciencia del proceso como factor objetivo y autónomo.

Esta conciencia es la que hace posible el juego. La conciencia objetiva tiene la gran ventaja de mantener una distancia respecto de nuestras proyecciones, el inconveniente es que mata toda la diversión; es la muerte del juego. La sola proyección puede llevar a la violencia en el juego. La conciencia simbólica me mantiene a distancia (sé que estoy jugando) y al mismo tiempo me permite jugar (estoy proyectado).


4) ¿EN QUE CONSISTE EXPERIMENTAR EL FENOMENO DE LA PROYECCION COMO SIGNIFICADO?

Cuando miro una piedra antigua, con apariencia sugestiva y que sé que estuvo asociada a otras culturas y generaciones en eventos importantes puede suceder lo siguiente:

LA PARTICIPACION SUBJETIVA me dice: "Ahí hay una piedra mágica, acércate y tócala para que te trasmita su poder".
LA UBICACION SUBJETIVA me dice: "¡NO!, sólo es una piedra y tu estás tratando de convertirla en fetiche".
LA CONCIENCIA SIMBOLICA contesta: "¡SI!, sólo es una piedra, pero este juego que tu fantasía crea es interesante y da a tu vida muchas dimensiones nuevas".

Si mantengo esta última actitud aprenderé muchas cosas y llegará un momento en que empezaré a preguntarme ¿Qué es lo que tienen los objetos de piedra que la hacen sagrada para tantas culturas? Una parte de mí (la más racional) la piedra por sus características a causado a la sique humana la misma impresión a través del tiempo desde que el hombre vivía en las cuevas; allí veía nacer y morir a los animales, florecer y marchitar a las plantas, se veía a sí mismo envejecer, veía a varias generaciones morir y siempre la piedra estaba allí desde antes y seguiría allí después, la piedra estaba desde los tiempos primordiales y seguiría hasta los tiempos primordiales. Esta es la impresión que ha causado la piedra en la sique humana generación tras generación y de esta impresión el siquismo humano extrae su significado; supuestamente de la permanencia de la piedra saco el ser humano la idea de permanencia y de un alma inmortal. Otra parte de mí (también racional) dirá que lo que veo en la piedra son proyecciones de mis estados transitorios producto de mi interacción con el mundo; es decir que la piedra extrae de mí la proyección de mis experiencias interiores transitorias y subjetivas que más se ajustan a las características de la piedra. Si voy más allá de esto caeré en cuenta que el simbolismo de la piedra va más allá de lo que el objeto me pueda mostrar o de las emociones transitorias que yo pueda proyectar en el objeto; caeré en cuenta o experimentaré que lo que la piedra extrae en mi es la sensación de algo eterno en mi, mi propia permanencia, "mi alma"; en la piedra proyecto aquello que está en mi que se halla más allá del tiempo, fuera del circulo de la vida y la muerte.

Es decir, la naturaleza de la proyección puede tener que ver con contenidos profundos que el sujeto percibe en el objeto. La piedra no introduce la idea en mi; yo no sólo proyecto sobre la piedra estados internos transitorios sino que también proyecto una imagen más profunda que ya está dentro de mi sobre la piedra; esa imagen es mucho más profunda y la proyecto sobre la piedra y no sobre otro objeto porque encaja con ella. De la proyección de imágenes profundas (no transitorias) surge el significado de la PIEDRA, EL SOL, EL ARBOL, LA LUZ y otras identificaciones simbólicas.

Estas formas profundas de la imaginación que se proyectan sobre el mundo no parecen ser sólo subjetivas, en el sentido que sean creaciones meramente individuales, sino más bien parecen ser viejos modelos de experiencia que están en la siquis humana desde el primer hombre y siguen vivos después de más de un millón de años; conectar con estas formas es conectar con el hombre de un millón de años que hay en nosotros.

Este juego de la piedra me conecta con un extracto de mí mismo que está más allá de mis experiencias biográficas; y este estrato según Jung está formado por patrones de organización que tienden a preconfigurar y ordenar la experiencia humana según patrones impersonales establecidos e idénticos para todo ser humano. Jung llamó a este estrato de la sique el INCONSCIENTE COLECTIVO y utiliza el concepto para explicar la sorprendente similitud entre los mitos y rituales de culturas separadas por el tiempo y el espacio

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