14 feb 2012

Resolver la paradoja más grande de la historia de la humanidad



El proceso histórico mismo se ha encargado de mostrarnos cada vez más claramente, cómo esta minoría es el último reducto del miedo natural o animal, con sus marcajes de territorio, con su posesividad agresiva, con sus uñas y garras desarrolladas en bombas atómicas y compra de agentes desestabilizadores sembrando violencia allá donde la cosa no va por donde les interesa...

Prácticamente siempre, hasta hoy, los grupos humanos han querido solucionar el problema de los opresores cortándoles el cuello, culpándoles de todo mal sufrido en el conjunto. Es decir, aniquilándolos.

De seguir aplicando compulsivamente el dictado de este impulso natural en los pueblos e individuos, claramente seguiríamos en contradicción con la necesidad de integrar y no discriminar a los elementos rezagados del “convoy” evolutivo. Paradojalmente estos rezagados han llegado a ser los “exitosos” en un mundo de ilusión.

Tiene la más grande de las gracias tratar de resolver esta paradoja. ¿Cómo vamos ahora a considerar que los "triunfadores" son en realidad los rezagados? ¿Cómo vamos a romper la mecánica que nos viene encadenando siempre a dar las mismas respuestas que van fracasando una y otra vez? ¿Cómo vamos a seguir adelante en la Historia sin necesidad de cortarle el cuello a nadie, sino por verdadera fuerza conjunta en la dirección querida?

Ningún animal de una manada siente “crueldad” al abandonar al que no puede seguir su ritmo vital. Nosotros, sí. La noción de “crueldad” está solamente en la conciencia humana. Y nos resulta contradictorio pretender ignorarla.

Si lo pensamos, resulta bastante claro que el nuevo elemento revolucionario que habrá de sustituir a la aniquilación es hacer el vacío. Saber desactivar las manipulaciones coactivas y chantajistas que siempre han usado los dominadores, haciéndoles el vacío en ellas. Todo un reto para nuestra inteligencia y coherencia. Dejar de seguir el juego al sufrimiento impuesto, a la guerra impuesta, a la confrontación de bandos incendiada por mercenarios, descerebrados y resentidos... Y, contrariamente, ir construyendo un nuevo hacer, sentir y pensar que nos encaje en el corazón (individual y universal).

Dado que la paradoja descrita ha alcanzado ya la escala interna en cada ser humano (la tenemos adentro ante cada acción), estamos llegando a la necesidad de romper esta contradicción, la de seguir evolucionando en todo menos en superar el estadio y la concepción zoologista.

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